Isabel San Martín Erice. Enfermera educadora de ANADI

Por fin llega la carta de citación: día 18 de marzo, martes, a las 12: 35. Llevas tiempo esperando la cita porque ves que tu control no está siendo muy bueno últimamente: el estrés y los problemas personales que tienes en casa hacen que, por mucho que cuides tu alimentación, realices bien tus contajes, y tu actividad física sea incluso más alta de lo habitual no llegas al ansiado 70% de tiempo en rango. Acudes a consulta y todo tipo de emociones reaparecen como si no fueras la persona de 40 años que eres. Rabia, por el tono condescendiente que han empleado contigo al explicarte algo que sabes de sobra; frustración, por no tener el tiempo suficiente para explicarle al profesional sanitario la situación vital en la que te encuentras; impotencia porque no has podido resolver las dudas que traías pensadas y que tenías tanto interés en resolver; y cierta tristeza porque vuelves a sentir que el/la profesional solo ve en ti hemoglobinas glicadas, tiempos en rango y coeficientes de variabilidad. Sientes que, en la consulta, te transformas en el/la niñ@ de 8 años a la que se reprende por no hacer las cosas bien, y sin herramientas que te ayuden a mantener una comunicación asertiva en la consulta. Esta situación puede resonar a muchas personas que conviven con la diabetes. Junto al interés por acudir a las consultas sanitarias aparece el miedo pues muchas veces la comunicación en la consulta no se da en términos satisfactorios para la persona con diabetes. No es fácil encontrar profesionales con un estilo de comunicación abierto y comprensivo que favorezca la expresión de las preocupaciones relacionadas con la salud mental y el bienestar. Y, sin embargo, asociaciones médicas como la ADA reconocen y recogen en sus guías y documentos de consenso la necesidad de contar con profesionales sanitarios accesibles y empáticos, con quienes las personas con diabetes puedan hablar de cualquier aspecto relacionado con el manejo y la vivencia cotidiana de la enfermedad.

Una forma de enfrentar estos momentos es adquirir herramientas que te permitan sacar el máximo partido a tu cita con el/la profesional sanitaria. Puedes empezar preparándote la consulta y tratando de tener una participación activa en ella (aunque tod@s sabemos que muchas veces esto no es posible). Los días previos anota todas las dudas que tengas y que hayan ido surgiendo a lo largo del tiempo entre una cita y otra. Ordénalas por prioridad para ti:  aquellas dudas que tengas más interés en resolver o aquello que te preocupa más (algún tema en particular como dudas con el contaje, con conceptos a la hora de realizar correcciones como el factor de sensibilidad, cómo resolver una hipoglucemia mientras haces deporte o ese momento del día en el que observas que siempre haces pico de hiperglucemia). Además, prepararse implica tanto tener conocimientos de tu salud: entender la enfermedad, conocer conceptos de diabetes, saber cuáles son tus objetivos glucémicos, cómo interpretar una descarga de la bomba o del sensor, así como poseer herramientas prácticas y habilidades comunicativas y emocionales para poder expresarte asertivamente.

La comunicación asertiva es una forma de relacionarse que permite expresar pensamientos, emociones y opiniones de forma clara, directa y con respeto. No se trata de imponer ni de ceder, sino de encontrar un punto medio donde se reconozcan tanto nuestras propias necesidades como las de los demás. Ser asertiv@ implica defender lo que un@ piensa o siente con firmeza, pero sin caer en la agresividad ni en la pasividad. Es una manera de comunicarse desde el equilibrio, manteniendo el respeto hacia un@ mism@ y hacia quienes nos rodean. Este tipo de comunicación es clave en muchos aspectos de la vida diaria: ayuda a prevenir malentendidos, facilita la toma de decisiones, permite establecer límites saludables y mejora la convivencia, tanto en el entorno personal como profesional. Esta habilidad se puede entrenar. Una recomendación útil es usar frases en primera persona al hablar de tus preocupaciones, en lugar de formular acusaciones o quedarse callad@ por timidez. Por ejemplo, en vez de decir “No me estás explicando bien qué tengo que comer“, podría decir “Me siento confundid@ sobre alimentación que tengo que seguir y me gustaría repasar lo que debo comer“. Empezar las frases con “Yo siento…”, “Yo pienso…” transmite tu perspectiva sin sonar confrontativo o a la defensiva. Asimismo, si algo dicho por el/la profesional no te quedó claro, ser asertiv@ implica pedir aclaración de inmediato: “perdón, no entendí esa parte, ¿podrías explicarla de otra forma?“. Otra técnica es practicar de antemano: si te cuesta abordar cierto tema, ensaya en casa diciendo en voz alta lo que quieres expresar, e incluso escríbelo o haz un rol-play con un familiar/amig@. Esto te dará más seguridad cuando estés frente al personal sanitario. Ser asertivo también significa poder decir “no” cuando corresponda (por ejemplo, si te proponen un plan con el que no te siente capaz de cumplir, exprésalo abiertamente en lugar de asentir en silencio). Mantener un tono de voz calmado y firme, una postura relajada (evitar brazos cruzados), y contacto visual adecuado refuerza el mensaje asertivo.

Expresar emociones y preocupaciones abiertamente es una forma de afrontar la cita de manera proactiva.  La diabetes no solo afecta al cuerpo, sino también a las emociones. Es normal sentirse en ocasiones frustrad@, culpable, o abrumad@ por la enfermedad. Ocultar o minimizar estos sentimientos durante la consulta puede privarte de un valioso apoyo. Es recomendable que expreses abiertamente cómo te sientes con respecto a tu diabetes. Por ejemplo: “Últimamente me he sentido desanimad@ porque, aunque me esfuerzo, mi glucosa sigue alta“. Este tipo de comunicación honesta permite al profesional entender las verdaderas barreras que la persona enfrenta (ya sea depresión, como estrés laboral que dificulta el autocuidado o miedo a las hipoglucemias, por ejemplo). Si sientes vergüenza, recuerda que no hay preguntas “tontas” ni sentimientos inválidos en el contexto de tu salud. Todo lo que afecte al manejo de tu diabetes es relevante. Puede ser útil iniciar con frases como: “me preocupa…“, “tengo dificultad con…“, “me da miedo que…“. Por ejemplo: “me preocupa pincharme insulina en público, me da mucha vergüenza y a veces me salto dosis cuando estoy fuera de casa“. Al exponer esto, el/la profesional sanitari@ puede ayudarte con estrategias. Lo importante es romper el silencio sobre tus emociones. Manejar la ansiedad y el miedo a ser juzgad@ te puede ayudar a hablar abiertamente de lo que te preocupa o de tu estado emocional. Es muy común sentir ansiedad antes de la consulta; el llamado “síndrome de la bata blanca” o miedo a ser reprendid@ o juzgad@ si los resultados no son los marcados en consultas previas. Algunas personas evitan hacer preguntas por temor a “molestar” o a parecer ignorantes. De hecho, estudios cualitativos revelan que muchas personas con enfermedades crónicas temen ser percibidas como “pesadas” por preguntar demasiado; sienten la presión del tiempo en la cita, o luego se arrepienten de no haber hablado de ciertos temas por los nervios. También ocurre que, al no haber logrado las metas (un tiempo en rango bajo o una hemoglobina glicada elevada, por ejemplo), la persona llegue a la cita con vergüenza o sensación de fracaso, y tema ser juzgada o culpada por el/la profesional. Este miedo no es infundado: muchas personas han percibido actitudes poco empáticas, sintiéndose incluso culpabilizados por no cumplir los objetivos. Por desgracia, es muy común que el/la profesional sanitari@ actúe de esta manera, dando poco espacio para la escucha activa o la expresión de emociones.  En este link te compartimos la experiencia de la psicóloga y divulgadora en redes @maripsicodiabetes que, con su testimonio tras ser diagnosticada de “retinopatía diabética leve”, expresa cómo se sintió e ilustra con su propia experiencia las barreras que encontró durante la consulta. (PINCHA AQUÍ)

Para las personas con diabetes, resulta fundamental contar con un entorno en el que puedan hablar con libertad sobre cualquier aspecto de su vida y de su experiencia con la enfermedad: desde dudas cotidianas hasta miedos, frustraciones, recaídas o logros personales. Sentirse escuchadas y acogidas sin juicios ni críticas favorece una relación de confianza con el/la profesional, y crea un espacio seguro donde también puedan expresar emociones complejas como la culpa, el agotamiento o la desmotivación. Este acompañamiento emocional es tan importante como el tratamiento clínico en el camino hacia un manejo integral y sostenible de la diabetes.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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